Hola querida Amalai:
Hoy te escribo con el corazón en la mano.
Se acerca el Día de la Madre, y mientras el mundo se llena de flores, desayunos, vitrinas repletas de regalos y mensajes dulces, yo —como varias de nosotras— siento una punzada suave pero constante en el corazón. Porque mi mamá ya no está físicamente conmigo. Y aunque ha pasado tiempo, este día sigue doliendo.
Sé que no soy la única. Muchas de las amigas de Amalai también han tenido que aprender a vivir sin ese abrazo, sin esa voz, sin esa mirada tan única. Y en un día como este, donde pareciera que “celebrar” es la única opción, a veces una se siente fuera de lugar.
Por eso escribo estas líneas. Para que sepas que no estamos solas.
Este día también puede tener sentido, también puede ser hermoso, incluso dentro de la tristeza. Porque no se trata solo de ausencia, también se trata de amor. Ese amor que sigue, que nos atraviesa, que dejó huellas en nuestra forma de cuidar, de amar, de crear, de sostener.
Hoy quiero proponer algo.
Un pequeño ritual. Simple, simbólico, lleno de alma:
Ritual para honrar a la mamá que no esta
Busca un espacio tranquilo, en donde puedas estar contigo misma por un momento.
Enciende una vela blanca y, si puedes, coloca una foto de tu mamá o algún objeto que te conecte con ella.
Escribe una carta breve. No importa si ya lo has hecho antes. Escribe lo que te nazca hoy. Puedes contarle cómo estás, qué cosas has aprendido desde que partió, o simplemente decirle cuánto la extrañas.
Luego, si sientes que es el momento, quema esa carta con cuidado o guárdala en un sobre con alguna flor seca.
Y mientras lo haces, repite estas palabras:
"Gracias, mamá.
Por lo que me diste, por lo que me enseñaste.
Por la vida, por tu amor, por tu presencia —aún cuando no estás.
Hoy te honro desde la gratitud y el amor que sigue latiendo en mí."
Querida, si ese día te encuentra triste, permítete sentir. Llora si hace falta, sonríe si te nace. Pero sobre todo, recuerda: tu forma de vivir ese día también es válida. No necesitas celebrarlo como todos. Puedes simplemente habitarlo a tu manera, con el corazón abierto y lleno de memoria.
Nuestras madres nos acompañan de otra forma.
Siguen floreciendo dentro de nosotras.
Con cariño profundo,
Marce
(Si sientes que esta carta le podría servir a alguien enviasela
va con mucho cariño!)