Hola querida Amalai:

 

Últimamente me está pasando algo nuevo… siento calma.
Sí, calma. Confianza.


Y me parece tan raro, porque no vino de golpe, con una gran revelación. Fue más bien una suma de pequeñas decisiones: elegirme, escucharme, soltar lo que ya no iba conmigo… y, sobre todo, empezar a mirarME.

Durante muchos años sentí que algo me faltaba.
Vivía con el corazón apretado, corriendo tras logros que no eran realmente míos.

Y aunque intentaba seguir todos los caminos que decían llevar al éxito, había una sensación constante de frustración.

Probé de todo: libros, podcasts, cursos.

Seguí fórmulas paso a paso, convencida de que eso me traería la vida que soñaba.
Partía muy ilusionada… pero después, me angustiaba.
Veía que otras personas lo lograban, y yo no.
¿Qué estoy haciendo mal?

Hasta que un día lo entendí:
No es que yo estuviera haciendo algo mal.
Es que estaba mirando a otras, en vez de mirarme a mí.

Y entonces algo cambió.

Me empecé a hacer preguntas:

¿Cómo quiero vivir mi vida?

¿En qué quiero enfocar mi energía?

¿Qué me da paz, alegría, sentido?

Y descubrí que sí, había estado manifestando… solo que no lo veía.
Porque estaba tan ocupada deseando lo que tenían las demás,
que no estaba amando lo que ya tenía.

Me di cuenta de algo hermoso:
ya estaba viviendo muchas de esas cosas que alguna vez soñé.

Estaba en la casa que quería, comiendo lo que me gusta, rodeada de las personas que elijo, trabajando en lo que me apasiona.


Solo que no lo había notado, porque seguía COMPARANDOME.
Mirando las manifestaciones ajenas, como si fueran las que yo debería querer.

"Es como cuando una se va a hacer un traje a la modista, pero llega con el molde de otra persona. ¡No te va a quedar!
Y eso no significa que tu cuerpo esté mal…
solo que ese traje no es para ti."

Entonces, tómate las medidas, mírate bien y hazte un traje a tu medida.

Empece a aceptar que me acomoda mas una vida más lenta. Más consciente. Más mía.

 

Tuve que aceptar cosas que antes me costaban admitir:

- Me cuestan las mañanas.

- El invierno me baja el ánimo.

- Mi trabajo no es convencional.

- Y funciono a un ritmo distinto al de la mayoría.

Entre otras cuantas más...

 

Y está bien. Porque entendí que el éxito no se ve igual para todas.
Y que la paz interna no viene de tener todo bajo control,
sino de saber que estoy caminando hacia donde quiero ir.

 

Eso me trajo calma.Y esa calma, me devolvió la confianza en la vida.

Confío en mí, en mi camino, en mis decisiones.

Este es mi "despertar de conciencia."

Y es solo mío. No se parece al de nadie más.

 

Si tú también estás en un lugar de duda, de comparación, de miedo…
Haz una pausa.
Mira hacia adentro.

Se honesta contigo.


Capaz ya estás más cerca de lo que crees de manifestar lo que quieres para ti.

 

Y si aún no sientes esta calma, no significa que no va a llegar.
Significa que la estás construyendo.

Todo pasa.
Lo bueno dura poco… y lo malo también.

Con mucho cariño,
Marce 🌿